Seminario Internacional sobre las Mujeres y el Derecho a la Vivienda: Construyendo Hábitat desde la Dignidad
En el día de hoy se clausuró el seminario que discutió durante 72 horas en torno al derecho a la vivienda con un especial foco en las mujeres, organizado por la Coalición Internacional para el Hábitat (HIC por sus siglas en inglés) y el Observatori DESC. Pero, ¿por qué mujeres y vivienda? ¿Qué es lo que hace especial esta relación?
Tal como lo explicó el Relator Especial de las Naciones Unidas para la Vivienda Adecuada, Miloon Kothari, los mismos factores, hechos y conflictos afectan de manera diferenciada a los hombres y a las mujeres. En un informe que presentó a la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, donde presenta los principales hallazgos de ocho consultas regionales sobre el tema realizadas en los últimos 5 años, advierte que es urgente que los Estados refuercen sus marcos jurídicos y normativos para proteger el derecho de las mujeres a una vivienda adecuada, a la tierra y a heredar, así como que se implementen mecanismos de reparación y de ayuda humanitaria para cuando se violen estos derechos. Según se desprende de los testimonios que recibió de mujeres de todas las regiones del mundo, el Relator constató que existe una cultura omnipresente del silencio en torno a la prevalencia de violaciones de los derechos de las mujeres.
Tomando en cuenta sus recomendaciones, y para poner en común el seguimiento que se ha hecho a las mismas, más de 35 mujeres de Africa, Asia, América Latina, Norteamérica y Europa se reunieron en Barcelona entre el 12 y el 14 de febrero para elaborar estrategias relativas a la concreción del derecho a la vivienda que tengan en cuenta las cuestiones de género y tomen en consideración la situación de grupos de mujeres particularmente expuestos a sufrir discriminación y negación sistemática de sus derechos (tales como familias encabezadas por mujeres, mujeres pertenecientes a minorías étnicas, minorías sexuales, mujeres con VIH-SIDA y mujeres en situaciones de conflicto o posteriores a los conflictos, por mencionar algunas).
“En mi país aún siguen persiguiendo a las mujeres que quieren divorciarse de su marido”, declaró al grupo de trabajo una participante de Malí, mientras otras de las presentes plantearon las dificultades en sus países para poder acceder a una vivienda por imposibilidad de pago de alquileres o hipotecas, constatación que se vincula al hecho de que ningún país del mundo remunera a sus mujeres de igual manera que a sus hombres.
En una clave más legal, quedó al descubierto la falta de armonización -obligatoria por lo demás- de los marcos jurídicos nacionales de acuerdo a los tratados internacionales de protección de los derechos humanos; además, en varias de las intervenciones quedó claro que algunas prácticas culturales o religiosas existentes constituyen a la vez un freno para esto y un marco de justificación tradicional de la violación sistemática a los derechos de las mujeres.
Cuánto aporta una mujer que construye su casa en procesos familiares y colectivos organizados, que cuida a sus hijos, que se ocupa de las tareas del hogar y que es protagonista relevante de procesos comunitarios en su barrio, a la economía familiar, a la ciudad donde vive y a los indicadores nacionales. A la vez, cómo la planeación del territorio juega un rol fundamental que, si no es consciente de usos y necesidades diferentes, puede más bien contribuir a obstaculizar relaciones más equitativas entre los géneros. Estas fueron algunas de las cuestiones discutidas por las participantes en el seminario, que una vez más enfatizaron la necesidad de trabajar articuladamente para dar visibilidad a los esfuerzos, demandas y derechos de las mujeres.
También los desastres naturales estuvieron presentes en la discusión: la violencia física y psicológica sufrida por las mujeres en los albergues y campamentos de refugiados así como la falta de especial atención a las necesidades y modos de vida a la hora de encarar procesos de reconstrucción y reasentamiento, como en el caso del Tsunami que afectó a varios países del sudeste asiático hace algo más de 3 años.
Por otro lado, la realización de megaproyectos llamados de “desarrollo” (que básicamente involucran la construcción de infraestructura: carreteras, puertos, aeropuertos, represas, gasoductos, oleoductos, etc.) y los conflictos armados que llevan a desalojos forzosos masivos y su peculiar y devastador impacto en la vida cotidiana de las mujeres formaron igualmente parte de la exhaustiva agenda de discusión.
Ampliar los espacios y oportunidades para el debate de ideas y prácticas actualmente en vigor vinculadas con las mujeres y los asentamiento humanos; cuestionar y revisar los conceptos, modos de nombrar y transformar la realidad; denunciar la violencia inmobiliaria y urbanística (especulación y desalojos); comprometerse en promover, defender e implementar la gestión democrática del territorio (tanto urbano como rural) y la función social de la propiedad, así como trabajar por una mayor articulación entre la agenda de los movimientos sociales y el discurso de los derechos humanos fueron algunos de los ejes identificados para la acción común.
Y sin esperar a que San Valentín les provea al príncipe que les concrete el derecho a una vida digna, el encuentro finalizó con una serie de acuerdos para fortalecer y articular el trabajo desde los diferentes rincones del mundo y seguir promoviendo, defendiendo y sobre todo realizando el igual derecho de todas las mujeres a un lugar en el que vivir en paz y dignidad.
Barcelona, 14 de febrero de 2008