3 puntos de encuentro entre los derechos humanos y la economía social y solidaria (EES)

1. Democracia, solidaridad, respeto por la dignidad humana

Existe una estrecha vinculación entre los principios que guían la economía social y solidaria (ESS) y los derechos humanos. El enfoque de derechos implica un cambio radical de valores y prácticas, equiparable al que plantea la ESS, que aborda la economía desde un punto opuesto al actual. No son más que dos caras de la misma moneda. Un modelo de economía no puede definirse como social y solidario sin tener en cuenta los derechos humanos, al mismo tiempo que los derechos humanos no pueden concebir una economía sin que sea social y solidaria.

Los dos ámbitos comparten valores, ideales y prácticas. En primer lugar, encontramos la democracia como lugar común. Entendida como un sistema de gestión comunitario, de respeto y de toma de decisiones, atraviesa la ESS en toda su amplitud, mientras que el respeto por los derechos humanos parte indiscutiblemente de la democracia como premisa.

Otros de los valores que se comparten son la cooperación, el compromiso, el apoyo mutuo, la equidad o la solidaridad. Todos ellos se ponen en práctica por medio de las actividades diarias de la ESS, así como en la manera de concebir y gestionar la propia economía. La ESS se basa en el bienestar de las personas y su entorno, en lugar de la acumulación de riquesa. Se promueve además un consumo responsable y una repartición equitativa de los beneficios. Los derechos humanos, por su parte, son el medio básico por el cual las personas podemos desarrollarnos en libertad y dignidad. La realización de los derechos está presente en cada aspecto cotidiano de nuestras vidas.

Todos estos valores y prácticas abordan desde una perspectiva interesante la dignidad humana, epicentro de los derechos humanos y punto central de conexión entre éstos y la ESS.

 

2. Ferias como espacios y herramientas de visibilidad

Los derechos humanos y la ESS se encuentran también en espacios físicos como jornadas, ferias y congresos. Si nos maravilla la creciente afluencia y participación en la Feria de Economía Solidaria de Catalunya (FESC) cada año -este octubre celebraremos la IV edición-, cuando abrimos los ojos al resto del estado también vemos una extensa trayectoria, como los ejemplos de Idearia en Córdoba o la VI Feria de Mercado Social de Aragón.

El pasado fin de semana -25 y 26 de septiembre- hemos participado en la apertura de esta última estableciendo puentes entre los derechos humanos y la economía social y solidaria. A pesar de ser conscientes que la ESS ya incorpora los derechos humanos en su ADN, en esta feria se ha querido hacer explícito.

Esta aportación surge de la colaboración durante dos años entre el Observatorio DESC, la Xarxa d'Economia Solidària (XES) y la Red de Economía Alternativa y Solidaria (REAS), que han trabajado para desarrollar el enfoque de derechos en la ESS. El proyecto ha culminado con la elaboración de una publicación virtual que permite ligar desde la teoría y la práctica 115 experiencias de todo el estado.

Las ferias son una de las principales herramientas de visibilización del sector y una forma de acercar esta otra economía a un público más amplio. Ante grandes infraestructuras y presupuestos como los destinados al Mobile World Congress o a la Feria del Automóvil, las Ferias de Economía Social y Solidaria consiguen unos resultados y un impacto difíciles de imaginar con los pocos recursos de los que se dispone. Esto es debido a la implicación e intercooperación de los diferentes proyectos y muy especialmente a su capacidad de autogestión.

 

3. El ‘mercado social’

Uno de los efectos de la crisis económica de los últimos años es la pérdida de poder adquisitivo y la desactivación y descapitalización de la economía local y el pequeño comercio en beneficio de las grandes corporaciones, una tendencia manifiesta y explícita de los mercados de consumo neoliberales. La riqueza y la producción se concentra todavía más en menos manos, con la consecuente pérdida generalizada de derechos económicos por parte de la ciudadanía. Y lo que es más grave, las decisiones que llevan a esta situación son tomadas por unas pocas élites a través del sistema financiero globalizado y de las instancias internacionales gubernamentales, cooptadas por las grandes corporaciones.

Pero la crisis deja también otros efectos significativos, como el crecimiento exponencial del número de personas y organizaciones que creemos que otra forma de producir, consumir, distribuir, ahorrar y gobernarnos es posible.

Los mercados sociales son una expresión de este cambio de conciencia, y consisten en una forma de organización de la actividad económica que se basa en la democracia, la intercooperación, la carencia de ánimo de lucro y la orientación a las personas, al medio ambiente y al bien común.

Los mercados sociales los promueven, con especial eficacia, por un lado las entidades de la economía cooperativa, social y solidaria -entre las que cuentan cooperativas, asociaciones, fundaciones, redes e iniciativas informales de autogestión-, y por otro lado los y las consumidoras responsables.

Los mercados sociales y la economía solidaria son, por lo tanto, una forma de organizar la economía, las relaciones de producción, de trabajo y de consumo, que tienen en cuenta los derechos humanos. En la medida que nuestros derechos son interdependientes e indivisibles, poder satisfacer nuestras necesidades -como trabajo, vivienda, energía, sanidad, educación, comunicaciones, cuidados o la alimentación- de manera responsable, es a la vez una manera de hacer efectivos estos derechos.

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