Saskia Sassen y el mito de la ciudad global ideal

Jordi Borja, Presidente del Observatorio DESC

No es necesario esperar la ocasión de hacer la necrológica de una persona para celebrar sus méritos. Tampoco inclusive por haber recibido un galardón o premio aunque como en este caso, se trate del premio Príncipe de Asturias, y esté justificado, es casi siempre un resultado de modas, caprichos, cálculos diplomáticos o presiones de grupos editoriales o ideológicos.

Saskia Sassen se hizo famosa con el libro de las Ciudades Globales. Una obra discutible y discutida pero que abrió una vía de investigación social y de estrategia económica para las ciudades. La crítica que se le puede hacer es que redujo las ciudades globales a New York, Tokio y Londres pero facilitó que con los mismos criterios se pudiera establecer que todas las ciudades, especialmente las grandes, son todas parcialmente globales y parcialmente locales, y así dio lugar al término “global”. Posteriormente ha ampliado su campo de trabajo como se muestra en obras como “Los espectros de la globalización”. “Una Sociología de la globalización y Territorio”, “Autoridad y derechos” (publicadas en castellano por Editorial Katz i Ciudad y globalización)

En los últimos años ha acentuado su visión crítica de las grandes ciudades de América y Europa. Ha denunciado la marginación o exclusión de amplias capas de la población (jóvenes, inmigrantes, parados, minorías étnicas, clase obrera tradicional, etc.), las políticas represivas en las ciudades centrales y la progresiva demolición de la ciudad como ámbito de ciudadanía. Ha comparado las políticas de austeridad como políticas de “limpieza étnica” y nos ha advertido de la tendencia a la “fascinización” de las ciudades del mundo nombrado “desarrollado” y teóricamente democrático. En Barcelona ya tuvimos un ejemplo con las siniestras normas del civismo de 2006, más propias de la extrema derecha que de un gobierno supuestamente socialista.

Saskia ha visitado algunas veces Barcelona, una de ellas para dar apoyo a la defensa del patrimonio industrial y en especial de Can Ricart.

Para muchos comentaristas, la gran aportación de Saskia Sassen es el “descubrimiento” de las ciudades globales. Es precisamente su trabajo más discutible, como ya señalamos. No hay ciudades globales y ciudades que no lo son, hay diversos grados de “globalización”, es decir, de inserción en redes económicas, sociales, culturales, etc. Podemos decir que por ejemplo Los Ángeles es más global que Dakar o Madrid, más que Valencia pero todas están más o menos integradas en relaciones globales. Son mucho más interesantes sus trabajos de los últimos años. Debe agradecerse su denuncia de las crecientes desigualdades que se producen en las regiones urbanas. Saskia desmitifica las famosas “ciudades globales” que ella misma contribuyó a mitificar. En una época en que los académicos de las ciencias sociales han optado en nombre de la neutralidad científica en abandonar el pensamiento crítico, es un placer que hayan personalidades como Saskia Sassen que haya recorrido el camino inverso.

Su obra actual nos expone unos territorios urbanos que no son una idílica ciudad donde conviven poblaciones civilizadas y donde el espacio público es completado y en gran parte substituido por las redes. Al contrario, los espacios públicos urbanos son hoy una muestra de las desigualdades y un ámbito de expresión de los conflictos sociales.