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Oumaima: Embarazada, marroquí y mujer: hacia un futuro de mejor
Embarazada de ocho meses, marroquí, mujer _y en ese orden_ fueron los muros que no pararon a Oumaima, sino que la impulsaron para llegar a Barcelona. Una ciudad a mil doscientos kilómetros de distancia de su lugar natal, Tánger, con un mar y otra cultura de por medio, que soñó como promesa de una vida digna. "Quería un futuro mejor para mi hijo", dice.
Un año después, aún le duele la que ha dejado atrás: su madre, ama de casa, su padre, costurero en un almacén, y su hermana, que viven juntos en una casa de alquiler. Pero por su hijo y el que ahora crece en su barriga, está dispuesta a todo.
"Nadie nos quería alquilar una vivienda por tener un niño y ser marroquíes."
Oumaima y su marido se vieron obligados a acudir a un paisano que les prometió un hogar para su familia creciente. Resultó ser una vivienda ocupada y al poco tiempo la policía les echó a la calle.
"Es muy duro no tener donde ir."
Para poder obtener algún tipo de ayuda, Oumaima tenía que tener permiso de residencia, y para ello debía estar empadronada en Barcelona un mínimo de tres años. ¿Dónde, en qué vivienda?
Sin casa, sin trabajo, sin papeles, sin saber el idioma, sin familia. Pero con un bebé que le dio fuerzas para buscar ayuda. Oumaima era consciente de que lo primero era aprender el idioma, herramienta clave para su inclusión en su nuevo lugar de acogida. Una mujer de servicios sociales les recomendó La Troca, una escuela comunitaria de formación permanente de jóvenes y adultas en el barrio de Sants, en Barcelona.
"Mi vida ha cambiado completamente, soy otra persona, es mi segunda casa. Desde el primer día estoy entusiasmada, las profesoras hablan claro, dan valor a las personas."
Tras llevar a su hijo a la guardería, Oumaima va todos los días a recibir clases de castellano, catalán y teatro, que le ayuda a sacar las emociones. En La Troca le pusieron en contacto con Habitatge, la concejalía de vivienda de Barcelona, que busca defender el derecho a la vivienda de sus ciudadanos. Si tienes papeles. Para poder obtener algún tipo de ayuda, Oumaima tenía que tener permiso de residencia, y para ello debía estar empadronada en Barcelona un mínimo de tres años. ¿Dónde, en qué vivienda? Su marido no tiene trabajo fijo. Al final consiguieron la escasa ayuda de cien euros durante dos meses.
Ahora Oumaima, su marido, su hijo y el nuevo bebé que está por nacer alquilan una habitación en un piso compartido. Viven en Sants y les gusta el barrio, pero no tienen intimidad.
"Siempre he soñado con poder trabajar, tener una familia, una vivienda."
En la Troca lo tienen claro, personas con la fortaleza de Oumaima son impulsoras del desarrollo de la comunidad.
Oumaima tiene un diploma marroquí de logística, que no puede homologarlo. Actualmente trabaja cinco horas a la semana limpiando pisos. Sin contrato. Y cuando crezca un poco más la barriga, ni eso.
"El Ayuntamiento, el Gobierno, debería ayudar para regularizar los papeles que facilitan la residencia y el trabajo, dar un apoyo económico para poder empezar. Soy una mujer trabajadora."
En la Troca lo tienen claro, personas con la fortaleza de Oumaima son impulsoras del desarrollo de la comunidad. Si el lugar de acogida facilita la inclusión social y derechos básicos, los migrantes aportan beneficios, riqueza cultural, intercambio de conocimiento, trabajos especializados.
Oumaima, con su pañuelo y vestido rojos, sus manos cuidadas y expresivas y una sonrisa desafiante_ por todo lo que ha conseguido y lo que aún le queda_, y su hijo que juega alrededor, llenan de vida el aula funcional, de ladrillo e instalaciones vistas y pupitres en círculo.
"Al principio todo me iba mal, tenía depresión y sentía soledad. Ahora soy otra persona. Para mí lo más importante es la familia, poder dar a mis hijos un futuro mejor."
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