La vivienda es una necesidad básica humana y por ende un derecho humano fundamental de las personas. Disponer de un lugar adecuado para vivir, significa poder dar satisfacción o cobertura a múltiples necesidades tanto materiales cómo simbólicas que una vivienda aporta. En las distintas etapas históricas, las sociedades han resuelto de diferentes formas la condición básica para la vida que representa disponer de un cobijo. El balance de cómo se resuelva constituye el estado del derecho a la vivienda digno y adecuado de cada momento histórico.

A su vez, las situaciones de población mal alojada son una constante en la historia de la humanidad. Las condiciones y el contexto de cada época y territorio dan como resultado tipos distintos de vivienda precaria, informal o insegura. De esta manera, en un mismo momento histórico conviven también distintas formas de alojamiento precario, diversas según el lugar en el que nos situemos del planeta. 

La concepción o definición de una vivienda adecuada o inadecuada, digna o indigna, segura o insegura, precaria o suficiente, depende de los constructos sociales de cada momento histórico. Sin embargo, todas ellas tienen un nexo común: la falta de resolución o cobertura de la necesidad fundamental de disponer de «un techo».  Por ello, dentro de esa diversidad de manifestaciones, encontraremos rasgos comunes, tanto físicos o materiales, como sociales y de otra índole.

La investigación que se introduce se centra en un tipo histórico de alojamiento inseguro, precario e informal: las ocupaciones de viviendas. En la actualidad y desde hace unos años esta forma de acceso y de «habitar viviendas» ha crecido en el estado español. 

Entonces, el foco de estudio parte de la realidad de las ocupaciones de vivienda en España posteriores al estallido de la crisis inmobiliaria y económica de 2008, de la que se derivó una crisis de vivienda muy grave, para conectarla con el acceso precario al hábitat a nivel planetario en distintos momentos de la historia.